Antes, cuando la leche llegaba a las casas en bidones de aluminio, lo primero que se hacía era cocerla en una gran olla; en ese proceso se iba formando una fina capa de nata arriba, capa que mi Madre retiraba con cuidado y guardaba congelada, y cuando llegaba a juntar dos vasos, ya sabíamos que nos esperaban unos días magníficos, degustando el mejor rosco de bizcocho que yo haya probado. Este solo es un sucedáneo, está rico pero apenas consuela esos buenos recuerdos de la infancia; se recomienda el consumo responsable, acompañado de un vaso de leche fresquita con cacao.
INGREDIENTES (Para un molde de rosco).
250grs. de harina para repostería
250grs. de azúcar
3 huevos camperos
400 ml. de nata para cocina
1 limón
1 sobre de levadura
2 cucharillas de aroma de vainilla (opcional)
Mantequilla
No esconde ningún misterio esta receta, además mientras se cocina nos servirá de ambientador, nos inundará la casa de un agradable aroma, que hará que empecemos a salivar antes de tiempo.
Lo primero que haremos es untar con mantequilla las paredes de nuestro molde para roscos, y reservamos en el frío mientras seguimos con la receta. Ponemos dentro del vaso de la batidora: los huevos, la harina y la nata en este orden; trabajamos con las varillas hasta homogeneizar la mezcla; mientras, precalentamos el horno a 180º; rayamos sobre la mezcla la piel del limón, e incorporamos también los demás ingredientes; trabajamos de nuevo unos minutos la mezcla, pausando el uso de la batidora para no estropearla, y comprobando que la mezcla se haya conseguido totalmente; rellenamos con ésta nuestro molde, y llevamos al horno durante unos 45 minutos; como siempre antes de sacarlo del horno, comprobaremos que esté bien hecho, introduciendo la punta de un cuchillo por el centro, y viendo que ésta sale limpia.
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